miércoles, 20 de enero de 2010


Peligro inminente

A esa hora, después de casi tres horas de fiesta, más de veinte personas habían usado el baño. Cada vez que se vaciaba el tanque de la poceta la tapa vibraba de manera imperceptible, pero con suficiente intensidad como para ir moviendo la pequeña imagen de porcelana que miraba aterrada como se acercaba inexorablemente a la orilla.

Cuando entré, sus ojitos, usualmente inexpresivos, me miraron como implorando la ayudara a evitar el casi inminente desastre. No me asombró la escena. Después de varios tragos de "Etiqueta", cualquier cosa es posible. Reconozco que no fui suficientemente compasivo. Me limité a colocarla en el centro de la tapa y la dejé abandonada a su suerte. Quizás un alma más compasiva que la mía la movería a otro sitio donde no corriera peligro.

jueves, 7 de enero de 2010


Ir y venir al aeropuerto


Comienzo con el lugar común “diciembre es estresante”; y de tanto repetirlo se vuelve verdad. En Maturín comenzó con largas y repetidas lluvias: todos los días, mañana, mediodía, tarde y noche. Lluvia, lluvia, lluvia… Después hallacas, pernil, pan de jamón, fiestas, regalos… interminable. Afortunadamente a partir del 20 (más o menos) dejó de llover. Después llegaron mis hijas y mi yerno.

El primer avión llegó el 25/12. Su preciosa carga me recordó a la luna de Teotihuacán preñada. Su luz hermosa iluminó la puerta de salida. Y fue un choque de emociones: las que traía la que llegaba y las que llevábamos los que la esperábamos. Fusión de corazones rebosantes de emociones contenidas.

El segundo llegó el 29. Venía del frío invernal del norte, este año más severo que nunca. Cuando la que esperábamos pisó tierra, el Mississippi se fundió con el Orinoco y su calor de trópico templó las aguas del gigante norteño. Fue un abrazo multitudinario: ya éramos ocho; no poca cosa si hace tres meses éramos solo seis.

El 31 llegó el tercero. Tuvimos que levantar la vista para verlo. Parecía un Popocatépetl adolescente. Cuando vio a su luna, su sonrisa mostró el esplendor del rey sol teotihuacano y los dos iluminaron el Valle de los Dioses en que se convirtió el Terminal. La familia creció en número y altura. Ya somos nueve, y más altos: física y orgullosamente.

Llegó la tristeza del regreso. Sin lágrimas, más bien alegre. Hoy todo está tan cerca…

Nota: La foto la tomó María Livia; redundo: por eso no aparece en ella.

martes, 5 de enero de 2010



Mis deseos para fin de año

Hilda Leonor Lárez Gutiérrez

La primera semana de Diciembre me informaron en mi trabajo que la compañía iba a cerrar por diez días a partir del 24 de Dic… Inmediatamente me sumergí en una tristeza de saber que iba a tener todos esos días libres y que la posibilidad de pasarla sola era alta. Mis amigas mas cercanas iban a estar con familiares y lejos, y de paso, seria imposible ver a mi familia ---- Al mencionar la noticia entre mis padres me hicieron una proposición que no pude resistir. Me preguntan: ¿Si consigo pasaje te vienes a Venezuela? --- ¿Qué pregunta es ésa, chico? ¡Claro que me voy! Así fue, mi padre adorado me sorprendió con un pasaje para Venezuela por toda una semana.

Hice reservación para un taxi por primera vez desde que estoy en Charlotte, revisé que tenía mis documentos y los bolos que me traje la última vez que vine. Llegué super temprano al aeropuerto porque a un fulano se le ocurrió encenderse las bolas con fuego y lo acusaron de terrorista. ¿Tus has visto? – Total, que no hizo falta la llegada “a tiempo”, ¡Charlotte no se vio afectada! Volamos a la hora indicada. Al llegar a Houston TX, llame a mi amiga adorada: Susana, que tenia tanto tiempo sin verla. Su esposo y ella pasaron por mí y nos fuimos a cenar acompañados de Margaritas de Mango. ¡Salud!

A las 12 de la media noche me monte en mi avión, salimos--- y a esa hora nos dan comida. ¡Más mala! Demás esta decirles que pasé las siguientes 5 horas con el estómago lleno de gases. No dormí en toda la noche. Me acomodaba para la derecha y para la izquierda – NADA – Cuando llegamos salí corriendo para el baño… sin comentarios.

Esperé 5 largas horas para chequearme para Maturín. Con mucha pena me acerqué al mostrador de atención al cliente de Conviasa, y les dije: Mijita, yo no puedo hacer esa colota… Le eché el cuento de mis múltiples operaciones y me atendió enseguida… Fue la única consideración y sonrisa que recibí en el aeropuerto. !Que rudos! Buej, que podía hacer yo, sino sonreírles de vuelta.

Con mucho sueño, pero muchas cosquillitas en el estómago me monté al avión. Al llegar vi a mi pulga a un kilómetro de distancia, me contaron que ya se estaba portando mal. ¡Qué emoción verlos y abrazarlos! ¡Primera vez que soy recibida con una pancarta!

Estos últimos tres días han sido divinos y bendecidos. Muchos acontecimientos: mi sobrino, mi cuñado Dany y ¡mi baby sister con huesitos en la barriguita! Qué más podía pedir para fin de año. 29 de diciembre de 2009.

Clemente bloggero

Melania Lima Prado

En visita rigurosa de estas fechas a Clemente y su "harem" le descubro en su etapa de internauta bien activo. Celebro la creación de su blog con una mini-risoterapia. He leído algunos de sus textos, con su carga de verdades y vivencias extraordinarias. Especialmente disfruto esa dosis de humor que tanto refresca. Llego rápido a la conclusión de que este hombre me gusta más que nunca. Clemente escritor. Escritor de esas cosas cotidianas e inevitables. Mas celebro que tiene un oficio que yo no sospechaba (escribimos a cuatro manos, porque soy lenta tecleando). El me corrige: ¿A qué oficio te refieres, al de vivir? No, le respondo, tu siempre has sido escritor de asuntos científicos que me aburrían, con larguísimas citas bibliográficas y toda esa parafernalia, que uno no sabe si se van a cumplir o no. De esta manera me estreno en su blog, plena de alegría por tenerlo a él y su combo entre los míos.