domingo, 27 de septiembre de 2009


El Cumpleaño de Nelly

Esto me lo envió mi hermano Nelson a propósito del cumpleaño de su hija Nelly. Como se desprende del contenido, lo escribió días antes de la fiesta. Se los transcribo tal cual. Disfrútenlo.

El 26 de Septiembre, cumple año mi hija Nelly Ángela que nació en este mismo día pero en el año 1976, (6 PM), su hermana mayor Aura Susana, su esposo René, Dorys y Larry, y otros allegados a la familia le organizaron una sorpresa. René la va a sacar a comer en la tarde y mientras tanto los organizadores toman la casa.


A mi me asignaron escribirle un poema que debo decirlo a través de un micrófono escondido en la habitación contigua. Por muchos dias no logre inspiración y estaba muy preocupado. Anoche desperté extrañamente a las 3 a.m. y lo primero que se me ocurrió fue ponerme a escribirle a mi hija querida lo encomendado. Esto fue lo que escribí, espero le guste:



El romance de la vida
nos llena en nuestro desvelo
nos ama, nos da consuelo
y alegría de vivir
es en este devenir…
que no eres la de ayer
eres toda una mujer
y eres niña todavía

He recorrido la vida
para llegar hasta aquí
he transitado el camino
que el destino me ha depuesto…
y he colocado en un cesto
tu alegría de vivir

hoy caminas los lugares
que transitas cada año,
quiero sentir en mis manos
lo dulce de tu presencia…
es tu mami recompensa
que hizo el mejor encargo

Contágiame tu energía
haz de tu vida una estrella
que seas la luna más bella
de equinoccio y alegría
vive por hoy cada día
con alma y con pensamiento
y estaré soplando al viento
feliz año hija mía…

hija mía que he venido
de esta fase a visitarte…
solo tengo que mirarte para decirte… te quiero.

miércoles, 23 de septiembre de 2009


Otrora el Neverí era un río caudaloso

Para llegar a sus márgenes caminábamos desde mi casa unos doscientos metros que en cincuenta años se volvieron, digamos, ciento ochenta, porque su cauce se redujo, presionado por la modernidad y el menor aporte de agua en su nacimiento. Recuerdo que había que atravesar un bosque, de arbustos y hierbajos, herido por la planta humana que lo recorría muchas veces al día para hacer uso de la preciosa, aunque siempre oscura agua que la gravedad conducía al cercano mar. Era el lavandero, la piscina con trampolín, el baño al aire libre, el sitio para ensayar aventuras que la imaginación infantil de la época hacía por momentos realidad.

Pasar al otro lado era tarea fácil en tiempos de sequía. En época de lluvias su caudal se volvía agresivo e incordial y había que tener buenas habilidades de nadador para no pasar un buen susto, o la vergüenza extrema de volver derrotado al punto de partida. El mayor trofeo era regresar con una caja completa de “Canada Dry”, un refresco parecido al Chinotto, pero menos dulce y más chispeante, que embotellaban, enfrente de nuestra orilla, del otro lado.

Yo siempre fui mal nadador, y asmático, y por mi baja estatura y mis maltrechos pulmones, atravesarlo era una tarea impensable. Traer una caja de “Canada”, demás está decirlo, era un sueño imposible. Por lo general me conformaba con llegar hasta el medio y regresar agonizante, tanteando con los pies el fondo barroso de la orilla, sin ver el momento de dejar de dar brazadas desesperadas. Pasaba el susto pero nadie se burlaba de mí, las burlas eran para los que podían pero no lo lograban.

Un día el grupo me animó. Era sequía y la corriente lenta invitaba. “Iremos juntos y te ayudaremos” dijeron. Acepté sin mucho ánimo, y partimos. Llegué al medio cansado, pero seguí, entusiasmado de lograr la hazaña. A tres cuartos de la orilla comencé seriamente a flaquear, brazos y piernas no me respondían y el miedo me invadió. El grupo parecía haberse olvidado de mí y vi aterrado que el último me aventajaba unos diez metros. ¡Horror! Voy a ahogarme, pensé. Pero uno se acordó de mí. Regresó y me condujo pacientemente a la llegada.

El regreso fue más penoso, pero menos aterrador, que la venida. Tenía que caminar una media hora, o más, no sé. El puente se veía lejano y el camino abrupto, pero con mi estatura y mis pulmones, la tarea era sencilla.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Pura rutina

Aquél parecía un día como cualquier otro, pero no era.
Hilda y yo comenzamos con la misma rutina que emprendíamos tres días de la semana. Coloqué la silla de ruedas en el baúl del carro, Hilda se acomodó con sus muletas en el asiento trasero y tomamos la Avenida Sharon rumbo al Community College. A las nueve tenía clases de Negocios Internacionales. Tomé por la Elizabeth Avenue y estacioné, con las luces de advertencia encendidas, frente al Sloan Morgan. Saqué la silla de ruedas del baúl y llevé a Hilda hasta el salón donde recibiría la clase. Habían llegado pocos estudiantes. La ayudé a instalarse en la mesa de trabajo y acomodé la silla de ruedas en el pasillo hasta que terminara la clase. Regresé al carro y me fui al estacionamiento más cercano. Pura rutina.

A las 10 regresé al edificio y realizamos la misma operación, pero a la inversa. Montarse Hilda en la silla de ruedas para trasladarnos al Van Every donde tendría su clase de Leyes en Economía. El procedimiento en este caso era un poco más largo. Nos movimos con la silla de ruedas por una larga rampa hasta el ascensor el cual utilizamos para llegar al tercer piso en donde se daba la clase. Rutina: ayudarla a acomodarse en su mesa de trabajo, dejar la silla de ruedas en el pasillo y vagabundear por el campus buscando algo en que matar el tiempo hasta el fin de la clase.

Cerca de 10 minutos después de andar por ahí oí el fuerte ruido de la sirena. No era rutina. Algo estaba pasando en el Van Every. Caminé lo más rápido que pude hacia allí y vi la gente descendiendo por las escaleras, en orden pero apresurada. Había orden de no usar los ascensores y de pronto me encontré subiendo las escaleras contra el río de gente que bajaba. Como pude me dirigí al salón donde estaba Hilda y la vi, en la silla de ruedas, rodeada de sus atribulados compañeros de clase. La sirena seguía sonando. Todos se sintieron aliviados al verme y tomaron rumbo a las escaleras para cumplir con el ensayo programado… era el simulacro periódico de una alarma de incendio. Pura rutina. Tocó ese día, sin anuncio, por supuesto.

Un empleado nos condujo fuera del edificio por el ascensor, y desde uno de mis lugares de vagabundeo vimos que el “incendio” ya había sido controlado.

martes, 15 de septiembre de 2009



Rosa y el Quilting
Rosa, mi esposa, en sus ratos libres (que son muchos) se dedica al arte del quilting. La técnica la adquirió de dos cursos que sobre el tema realizó en el 2008. Para los que no están familiarizados con este tipo de costura les copio una breve descripción que encontré en http://www.tallerdequilt.com/.

Un quilt es la unión de dos lienzos de tela con un relleno en el medio. La capa superior, o top, por ser la más visible es decorativa. La capa inferior, o backing, sirve para cerrarlo. El relleno, o batting, provee de calor o grosor. El término “quilting” se refiere a las costuras que por lo general son decorativas y que unen las tres capas. También impiden que el relleno se mueva.

Hay varios tipos de quilt, y se clasifican según el material del que están hechos, la técnica utilizada para hacerlos y decorarlos, su origen cultural o geográfico y el uso que se les da. Rosa se ha dedicado al Quilt Clásico o Patchwork, pero también trabaja el Appliqué

En el Patchwork la capa superior está hecha de elementos separados y unidos por costura. Se utiliza la tela cortada en pedazos o parches. Por lo general en formas geométricas simples: cuadrados, triángulos, rombos, rectángulos, hexágonos y círculos. Estos cortes de tela se unen entre sí para formar unidades más grandes conocidas como blocks. Los blocks se cosen entre sí hasta formar tiras, las cuales se unen para formar la capa superior terminada. Se le puede agregar al final un borde.

La palabra francesa Appliqué significa aplicado o aplicación. Este término se utiliza para describir tanto la técnica como las figuras decorativas. En un quilt, los diseños de appliqué se cortan de una o más telas y se colocan sobre la tela de fondo, que es un pedazo más grande de otra tela. Las orillas del appliqué se voltean hacia adentro con cuidado para evitar que la tela se deshilache y así son cosidas a la tela de fondo. La costura por lo general es a mano con pequeñas puntadas invisibles.

Para qué sirve un quilt

Los quilts evolucionaron de ser artículos meramente utilitarios, a ser una forma de expresión artística muy sofisticada. Mientras que antes servían principalmente para conservar el calor como ropa de cama o en la vestimenta, ahora también decoran las casas cubriendo sofás, mesas, cortinas, o cuelgan de las paredes de las casas y las galerías. Rosa se dedica a los cubrecamas y cojines.

Allí les muestro algunos de los trabajos de Rosa

jueves, 10 de septiembre de 2009


Los Avatares de Coromoto

En nuestra familia hay gente capaz de hacer cualquier cosa (buenas, por supuesto). Y entre esa gente, hay una persona muy especial que se ha dedicado a escribir poemas en prosa. No voy a lisonjearla diciendo que tiene “un estilo único, que su palabra es densa y que llega a lo más profundo del alma”. No. Ella sabe lo que ha escrito y se siente orgullosa de ello, como debemos sentirnos todos los que la conocemos y amamos. Allí les dejo una primera muestra de su arte, porque pienso seguir publicando su prosa, hasta que ella lo quiera. De su poemario “Avatares (Coromoto Briceño, Fundación Editorial el perro y la rana, 2007) les presento dos de sus escritos.

Los Caballos Ya No Vuelven

Con una sonrisa con olor a nostalgia, en la destartalada mecedora, el viejo abuelo, sentado con la mirada en sus pensamientos, presentía la cercanía de la noche, presuntuoso de que los caballos no aparecerían por los valles, el grito de su alma amaba la incertidumbre, miraba una y varias veces el reflejo del día que se queda sin brillo calmado en el tiempo.
Era la época en que los caballos buscaban su idilio, aprovechaban la luna y se alejaban de los senderos de su mundo, fuertes carcajadas se colaban por las pequeñas sombras que se formaban a lo largo de los caminos.
El viejo abuelo quería vivir esa experiencia, pero la mecedora estaba pegada a sus pies, hubo una mujer que lo cuidaba, pero ya no quería saber de su obstinada vida, de vez en cuando un vecino se acercaba con un trozo de pan y algo de leche. La casa se impregnaba del frío de los valles, ya casi se quedaba dormido, mientras que la mecedora se disolvía lentamente.
Todos los días leía las cartas de su madre, hasta que ya no sintió, su contenido lo imaginaba, lo soñaba, lo lloraba, hasta la soledad lo abandonaba, sus caballos se amarraban a otro mundo.
Miró alrededor de su indiferente y oscuro muro, sintió frío, se apretó contra su espalda, abrió su memoria y se la regaló a sus valles de nacimiento, sentía que se perdía tocando la libertad de sus pies, volviéndose en el tiempo un largo camino.

Insistir

Se me había olvidado que cuando la vida no regresa es porque ya no hay nada que sentir.
Mis mejillas claman fidelidad, nunca la han tenido pero, albergan la esperanza. Me siento a divagar y quedo cansada, pues el canto de los girasoles no se oye desde hace días, la brisa los ha dejado en penumbra, ¡qué martirio! ¡que canten de nuevo! que hablen bajo los cielos, que se escuchen hasta donde se devuelve la vida y se derrama en apariencias grises con tonos azulados.
Hoy no huele a rocío, huele a flores tristes, el día jueves se secaron porque no se escuchan los aleteos del colibrí, el polvo se adelantó y las cubrió con su osadía, me estoy cansando, porque ya no diviso el regreso, se exprimió mi fuerza. De nuevo mis mejillas albergan la esperanza pero esta vez solicitan misericordia, el día las dejó embadurnadas de suciedad, apestan en el tiempo, hablan sin cesar sin escucharse entre ellas.
En cuanto mis recuerdos se despierten los voy a molestar para que salgan a buscarme, es hora de terminar lo que ayer me perteneció, pero antes, solicitaré un permiso a la luz para que me preste su atención, comience a cantar las veces que lo requiera, y apacigüe mis mejillas que se endurecen las veces que pienso en el regreso, el que deseo se perpetúe hasta en el oeste, sin fachas que se puedan parecer a lobos queriéndome devorar, soy el presente y voy a continuar investigando, debo retornar y esta vez quedarme sin pretensiones no importa que sea lejos pero vigente.
Es tarde y se me perdió el camino.